Personaje ejemplar
del Mes Ciudad del Niño Mayo 2016
Su historia se desarrolla durante el
tiempo en que los jueces gobernaban el antiguo Israel. Rut 1:1 nos dice que en
esos días había una terrible hambruna en la tierra, y un hombre de Belén fue a
vivir a Moab con su esposa y sus dos hijos. "En esos días no había rey
en Israel; cada uno hacía lo que le parecía bien ante sus propios ojos." En
otras palabras, el hambre que afligía a Israel no era meramente físico, sino
también espiritual. Los israelitas se habían alejado de las expectativas de
Dios. El significado de Belén (o Beit
Lejem) es "casa de pan" en hebreo, y Belén era precisamente eso.
Literalmente era la fuente de pan para toda la región, un área agrícola que
proveía grano para multitudes en Judea. Los elegidos de la tribu de Judá
residieron en Belén, el rey David nació y se crio allí, y Jesucristo también
nació allí. Pero en ese tiempo, la rica ciudad de Belén se empobreció. Es por esto que Elimelec quien, según los
estudiosos, era un distinguido terrateniente, con posición de reconocido
prestigio, y con parientes ricos, decide alejarse y se muda a la ciudad enemiga
de Moab la cual no tenía buenas relaciones con el pueblo de Israel, por varias
razones, entre ellas su falta de hospitalidad y la adoración a otros dioses,
llevando consigo a su esposa Nohemí y sus dos hijos Malhon y Khelion, los
cuales tomaron por esposa a dos mujeres moabitas, Orfa y Ruth. La historia
narra que Elimelec tristemente lleva su familia a una tragedia familiar en
donde él mismo muere en primer lugar, seguido por sus dos hijos. Dejando a Nohemí
su esposa y a sus dos nueras viudas. Con amargura en su corazón Nohemí decide
regresar a tierra de Belén invitando a sus dos nueras a quedarse en su tierra
Moab, Orfa decide quedarse más Ruth insiste con amor y devoción a acompañarla a
Belén a pesar de ser un pueblo diferente, con otras costumbres y creencias,
estuvo decidida a acobijarse bajo la presencia del Dios Altísimo, en lo que
será una de las mayores afirmaciones de la historia: “No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque dondequiera que tú
fueres, iré yo; y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y
tu Dios mi Dios”. (Ruth 1,16). Su llegada a Belén fue acompañada de varias
circunstancias pero la más importante de ellas fue la redención que Dios le
brindó por medio de Booz, un pariente de la familia, hombre rico, justo y
piadoso quien vio en Ruth una mujer virtuosa y dispuso redimir la casa de
Elimelec tomándola en matrimonio. Siendo Ruth sucesivamente la madre de Obed,
padre de Isaí, padre del Rey David, de cuya genealogía nos viene nuestro
Redentor Jesucristo. (Ver el Libro de Ruth)
Rut
era motivada por un ideal espiritual que la condujo más allá de su preocupación
por su felicidad o vida personal. No tan sólo amaba a Noemí, sino que amaba a
Dios. Rut demuestra que a
pesar de las circunstancias, un temperamento que se somete a la soberanía de Dios
busca siempre la sabiduría, la obediencia y la bendición.
El libro de Ruth demuestra el cuidado providencial de Dios
para con Sus hijos. Noemí, Ruth y Booz eran gente común en posiciones comunes
guiados por la mano sobrenatural de Dios para preparar la venida de David y de
Jesucristo. La fidelidad de Dios es prominente. Dios se preocupa por la persona
pequeña, el insignificante, la persona mediana. Dios tiene interés en usted y
ha mandado a Su Redentor a redimirlo. Los propósitos eternos de Dios no fueron
frustrados por el pecado de la humanidad. Él tiene siempre a sus elegidos para
continuar Su propósito, siempre que estos decidan responder al llamado de Dios.
La gente menos importante del mundo es la más importante para Dios. Esta
Moabita excluida por la Ley fue admitida por la gracia de Dios. Nos presenta como la poderosa mano de nuestro
Señor interviene en la vida de sus hijos, aun cuando estos no se percaten de
ello, en este caso la acción divina aseguró la preservación del linaje de
David, que es también el linaje de nuestro Señor Jesucristo.
Rut se destaca por su amor y entrega
a Dios, por su amor y lealtad para con su familia y por su laboriosidad y
humildad. Al igual que Ruth, es nuestra responsabilidad actuar con fe y
rectitud en las circunstancias en las que nos encontremos, lo cual nos prepara
para recibir la bendición de Dios. Aprendamos a honrar a Dios con
nuestra actitud. Vivir una vida piadosa y virtuosa. Ser fieles aunque escasee
la fe, sensibles, humildes y obedientes para cambiar el rumbo de la humanidad y ser llamados por Dios mujeres virtuosas y
hombres justos. Amén